ANIVERSARIO DE BODA Y BIOTANASIA
Crear vida humana o destruirla, esta es la cuestión. De lo primero se ocupa la bioética y de lo segundo la biotanasia. Oigamos el relato de Lesly Tomson.
“El 18 de noviembre es el día de mi aniversario de boda y nunca tuve una felicitación por este día. Han pasado los años y ya ni me duele. Me casé con un hombre bastante mayor que yo. Yo había tenido una vida un poca rara y cuando le conocí pensé en lo felices que podríamos ser, pues yo tenía mi corazón desbordante de cariño para dar. Pero me tuve que ir tragando el sapo poquito a poco porque a él el cariño no le hacía falta o no le interesaba. Nos casamos por lo civil y fue una boda muy triste. Yo no llevé ese vestido blanco en el que toda mujer sueña para el día de su boda. Solo asistieron a la ceremonia mi madre y parte de mis hermanos y a las diez de la mañana se había terminado todo.
Mi ilusión era tener un hijo, cosa que a él no le interesaba en absoluto. Al poco tiempo tuve un aborto. Yo no sabía que estaba embarazada. Fue de muy poco tiempo, pero también muy doloroso. A raíz de esto él me obligaba a tomarme la ¨píldora¨ para que no me quedase embarazada y me la tenía que tomar delante de él. Yo metía la pastilla en la boca pero nunca me la tragaba y me quedé embarazada. El día que el médico me dio la noticia no tuve la suerte de ir corriendo alegre a mi casa para decírselo a mi marido. Al contrario, me fui sola a un lugar en las afueras de la población y allí lloré mi pena por no poder compartir con él mi gran alegría de ser madre.
Pero llegó el momento de decírselo a mi marido y lo primero que me dijo fue que abortara porque él no quería esa criatura; que, como no sabíamos todavía si era niño o niña, lo mejor era que abortara cuanto antes y asunto terminado. Yo le dije que no, que eso no la haría nunca. El estaba muy metido en esto del aborto, pues su madre se dedicaba a practicar abortos en casa y él desde niño había crecido dentro de ese mundo. Me decía que iban muchas mujeres a su casa pero que sólo tuvo complicaciones con una. Las técnicas abortivas en aquellos tiempos eran muy duras. Una de ellas consistía en introducir en la mujer una aguja de hacer jersey hasta donde daban con el feto para matarlo con dicha aguja.
A pesar de todo tuve a mi hijo, pero muy pronto yo empecé a notar que la relación de mi marido conmigo no era para nada lo que yo deseaba y esperaba de él. Una noche llamaron a mi puerta. Era un vecino el cual me comunicó que había llamado a la policía y que acusaba a mi marido de abusos con un hijo suyo de 7 años. Solo quien haya conocido a personas como mi marido puede comprenderme. Yo sufría mucho y me daba contra la pared por no haberme dado cuenta antes de la doble personalidad de mi marido. Hasta entonces ni me había percatado de ello. Le metieron en la cárcel, y yo, para que cuando saliera y volviera a casa no se encontrara con los vecinos, decidí dejar mi trabajo, coger a mi hijo y marcharme a vivir a otra ciudad. Pero al poco de salir de la cárcel volvió a las andadas abusando de una niña de 6 años y alguien más.
Un día llegué a mi casa y no encontré el coche por ninguna parte. Miré en los armarios y constaté que su ropa había también desaparecido. Entonces empecé a llamar a todos los conocidos y nadie sabía nada de él. Al poco tiempo hizo una llamada telefónica a mi madre para decirle dónde estaba pero que no pensaba volver con nosotros ni quería que nosotros fuéramos a donde estaba él. Me quedé sola así con mi hijo después de haber dejado casa y trabajo.
Hoy lo único que tengo es mi hijo. El es el motor de mi vida y doy gracias a Dios por no haber abortado. Por lo tanto, un no rotundo al aborto”. (Lesly Tomson).
La vida humana pasa siempre factura. Al final, quienes la crean y aman tienen la impresión de que, a pesar de las dificultades y errores eventualmente cometidos, su vida valió la pena y fue un éxito. Por el contrario, los que la maltrataron o destruyeron se debaten entre los remordimientos de la conciencia y un implacable sentimiento de fracaso y miedo ante la muerte. En el peor de los casos muchos y muchas pierden por completo el sentido de responsabilidad y tratan de calmar su mala conciencia invocando presuntos derechos falsos y amparándose en leyes presuntamente razonables pero que, de hecho, son objetiva y subjetivamente malvadas.
NICETO BLÁZQUEZ, O.P.
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